Día a día son cientos de personas que buscan cruzar la selva del Darién, procedentes de diversos contextos y países, pero en la mayoría hay un común denominador: la falta de oportunidades. Evens, nació en Haití, considerado el país más pobre de América, donde vivió su infancia y juventud, también fue allí donde nació su hijo Louis, quien se convirtió en su compañero de aventuras, las cuales empezaron cuando su bebé solo tenía 6 meses.
“Cuando nació Louis tuvimos una crisis, no teníamos dinero, así que decidí irme. Mi hijo es haitiano, pero también es chileno, porque desde que era un bebé yo me vine con él para Santiago de Chile”. Louis pasó gran parte de su tiempo en la guardería, donde no solo aprendió a hablar español con fluidez, sino también a desarrollar una gran creatividad. Su padre lo recogía cada tarde después de largas jornadas de trabajo, en las que siempre se esforzaba por asegurar algún ingreso extra.
Con el tiempo, su situación se estabilizó en Chile y Louis demostró un extraordinario talento para los idiomas al hablar español, inglés, francés y criollo haitiano, su lengua materna. Durante su estadía en Chile, vivieron momentos buenos y algunos desafiantes. Evens tuvo oportunidades para ganar algo de dinero, pero también enfrentaron discriminación y no pudieron regularizar su situación migratoria. «Papá, mira lo fuerte que soy. Tengo que acompañarte porque hablo mejor que tú todos esos idiomas, así que me necesitas», dice Louis, con orgullo y determinación.
“En el camino hacia Estados Unidos he visto muchos haitianos, nos tenemos que ayudar entre todos, nosotros tenemos buen nivel físico para cruzar el Darién, pero sabemos que no será fácil, esta noche dormimos en el campamento y mañana salimos a las 6.00am, llevamos agua, arroz, atún, una carpa y nuestras cosas en dos maletas, lo demás lo vendimos todo, tenemos los ahorros y vamos a llegar a Estados Unidos, a Haití no volveremos”, indica Evens.
