Fue hace unas semanas que Josué tomó una de las decisiones más difíciles de su vida al dejar a su familia en Ecuador y comenzar su migración hacia Estados Unidos. “Vivía al día, luchando para poner comida en la mesa”, recuerda. Su viaje inició cruzando el departamento de Nariño (Colombia) y tras más de 26 días de travesía que involucraron largas caminatas y viajes en mula, Josué finalmente llegó a Necoclí, donde se prepara para cruzar la Selva del Darién.
Cada día, cientos de migrantes ingresan por los más de cuarenta puntos irregulares que hay en la frontera entre Ecuador y Colombia siendo el departamento de Nariño uno de los que más migrantes recibe. Los ecuatorianos son una de las nacionalidades que más cruza el Darién.
Los pies de Josué tocan la arena de la playa mientras su mente une los caminos que estudió y que sabe debe recorrer para llegar hasta México, la última frontera. “Mi meta es llegar a los Estados Unidos. Yo mismo comencé a investigar y estoy informado. Estoy solo, pero una vez que doy un paso adelante no voy a retroceder”, afirma Josué mientras espera la lancha con la que atravesará el Golfo del Urabá para llegar al lugar de entrada del Tapón del Darién.
Antes de la pandemia, Josué tenía un trabajo estable siendo obrero, pero las empresas empezaron a contratar a personas que estaban dispuestas a trabajar por salarios más bajos y sin afiliarlos a la Seguridad Social, por lo que debía esforzarse el doble para tener el mismo ingreso; tuvo que conseguir dos empleos, pero aun así los recursos eran escasos y la economía no le alcanzaba para sobrevivir.
“Mi hija constantemente me pedía cosas que no podía darle”, explica. La vida se volvió más difícil. El día en el que no tuvo el dinero para hacer el pago mensual por su salud fue cuando tomó la decisión de abandonar su país y embarcarse en este viaje lleno de desafíos con el sueño de garantizarle una vida digna a su familia.
Ha ahorrado dinero para poder pagar el siguiente tramo del camino y está convencido de que con esfuerzo se puede lograr. “El que quiere seguir alcanza el éxito. Hay obstáculos, pero si se va para atrás no vas a conseguir nada. Si va a salir, que vaya para adelante, que consiga su propósito”, afirma.
Josué es consciente de la posibilidad de que no pueda llegar a Estados Unidos, pero se resguarda en su confianza para no darse por vencido. “Uno tampoco debe decir ‘no voy a poder’ porque entonces no vas a conseguir nada. Dios aprieta, pero no ahorca. Si uno tiene fe todo pasa, la fe mueve montañas”, asiente.
A punto de partir hacia Panamá, reconoce que el viaje que le espera no será fácil. “Esto no me lo imaginaba, pero hay que aceptar la realidad. Hay que ser arriesgado para tirarse a la selva, pero a mí no me da miedo”. Al otro lado, la Selva del Darién aguarda a que otros compatriotas como él inicien su travesía. Serán sus pies los que marquen el ritmo.
