Una persona es considerada migrante internacional cuando reside en un país distinto al que nació. 281 millones de personas viven fuera de sus países, a las que se suman casi 50 millones de personas que requieren protección internacional ya que se encuentran fuera de su país de origen como consecuencia de persecuciones por razones de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un grupo social en particular o debido a sus opiniones políticas. Los refugiados son por tanto migrantes. Algunos migrantes huyen de desastres naturales, violencia o pobreza sin ser considerados refugiados según las leyes internacionales. Aunque los medios informan diariamente sobre migración, el porcentaje de migrantes en el último siglo ha sido estable, alrededor del 3.6% de la población mundial.
La migración ha sido una respuesta constante a problemas sociales, ambientales y económicos a lo largo de la historia. Además, los destinos resultan atractivos por los mercados laborales, mejores servicios públicos y redes de apoyo. Es más, en nuestras propias vidas, pocas son las personas que no tengamos un familiar o un ser querido que no haya migrado o sea fruto de algún tipo de migración.
En el caso de América Latina, el número de personas en movimiento ha aumentado exponencialmente en los últimos años, oscilando las estimaciones entre 16 y 20 millones de personas. De manera general, las principales causas de la intención migratoria en América Latina se relacionan con:
- La dificultad económica (desempleo, empleo informal y muy bajos salarios) exacerbada por las crisis sociopolíticas y los fenómenos climáticos extremos.
- La criminalidad, siempre más organizada y transnacional.
- La corrupción y debilidad institucional.
Acción contra el Hambre en América Latina trabaja en municipios y comunidades donde la migración regional e internacional es una realidad que condiciona aspectos esenciales en la vida de sus habitantes. La migración impulsa inversiones productivas, educación y mejoras en viviendas, pero también provoca endeudamiento, fragmentación familiar y abusos. En los países de destino, las personas migrantes mejoran sus ingresos y oportunidades, pero enfrentan abusos, invisibilidad, tensiones con comunidades locales y xenofobia. Para potenciar los efectos positivos y mitigar los negativos, se necesitan nuevas políticas y regulaciones, incluidas las relacionadas con ayuda al desarrollo y atención humanitaria.
Con esta publicación, queremos contribuir al debate sobre los flujos migratorios en la región, aportando información sobre lo que vemos en los territorios donde trabajamos. Conoce los detalles: