“Hay que ponerse en forma, tu cuerpo no está preparado para la selva. Yo, además, me preparé psicológicamente con lo que veía en redes sociales”

“Hay que ponerse en forma, tu cuerpo no está preparado para la selva. Yo, además, me preparé psicológicamente con lo que veía en redes sociales”

No fue fácil para Juan Carlos tomar la decisión de abandonar la vida que había construido. El viaje hacia Estados Unidos estaba planeado desde hacía mucho tiempo, pero los vídeos y fotos que veía en redes sociales lo frenaban a tomar la decisión. Fueron unos amigos colombianos que habían logrado llegar hasta allá, los que lo animaron a intentarlo. “A mí al principio me dio miedo porque no veía nada positivo por las redes, pero ellos me dijeron que las cosas estaban mejor”, explica.

Antes de emprender su viaje por la Selva del Darién desde Barranquilla, Colombia, se preparó mucho física y mentalmente. Construyó unos bloques de concreto y caminaba entre dos y tres horas al día en el patio de su casa. “Hay que ponerse en forma, tu cuerpo no está preparado para la selva, yo, además, me preparé psicológicamente con lo que veía en redes sociales”, cuenta. El día que sintió que su familia y él estaban preparados, iniciaron su viaje.

La casa quedó totalmente desocupada ya que tuvieron que vender todo lo que tenían: los electrodomésticos, dos bicicletas, una planta industrial. “La vendimos en dos millones (moneda nacional), pero apenas nos dieron un millón. Supuestamente nos van a girar el resto. Hay gente que se aprovecha en el momento”, añade. Además de eso, recortaron el presupuesto diario y trataron de no gastar mucho para poder reunir la mayor cantidad de dinero posible.

De profesión soldador metalmecánico, empezó con un emprendimiento de venta de aguas saborizadas y poco a poco fue ahorrando para comprar las máquinas para el taller. Ahora su cuñado es quien le ayudará a continuar con el taller para generar los ingresos que le permitirán continuar su viaje. “Mi esposa, un cuñado y dos amigos nos fuimos con el fin de tener una mejor situación económica porque todos los días sube la comida y la gasolina. No podíamos subsistir con un salario mínimo: teníamos que pagar el arriendo de la casa y el del taller, la comida, etc.”.

Sin percances hasta el momento, Juan Carlos y su familia han preparado el viaje minuciosamente. “Llevamos comida enlatada como sardinas y salchichas, maní, suero, agua, dos mudas de ropa, carpas, medicinas, etc. También llevamos unas botas para el pantano, pero todavía no hemos enfrentado esa cuestión”, explica. Los migrantes hablan de que, en esta travesía, tienen dos familias: una de sangre y otra de viaje. “Aquí sentimos que todos somos una familia, venimos a ayudarnos, todos vamos al mismo lugar”, comenta Juan Carlos.

En medio de la extenuación y desesperanza de muchas personas, manda un mensaje de humanidad. “Yo soy humano y no voy a dejar morir a nadie. Si tengo algo voy a brindártelo, no soy egoísta. Nosotros traemos a un amigo que no tiene, pero le dije ¡Vámonos!”. Es la misma ilusión y certeza con la que afronta el camino. “Vamos a tratar de regatear los pasajes para salir hoy. Queremos llegar hasta dónde Dios lo vaya a permitir, que es hasta Estados Unidos”.

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11/10/2023

DARIÉN – SITUACIÓN DE FLUJOS MIGRATORIOS MIXTOS

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